La gloria esquiva al Arsenal, otra vez. Más miseria para la última versión del semptiterno proyecto no resultadista de Arsène Wenger al frente del Arsenal. Los Gunners tenían ante sí una auténtica prueba de fuego para demostrar al mundo que esta vez iban en serio, pero tal y como nos tienen acostumbrados, fallaron estrepitosamente. Básicamente por la forma de perder y porque no se trataba de un rival de suficiente entidad. El Birmingham de Alex McLeish hizo su partido y salió victorioso gracias a un clamoroso fallo defensivo de la dupla Koscielny-Szczesny cuando el encuentro agonizaba y ya olía a prórroga. Después de actuaciones como la desplegada por los londinenses ayer es difícil no cuestionarse la idea de que los de Wenger son cada inicio de temporada candidatos a todo. La sequía del Arsenal continúa, y es que el último título levantado por los de Londres se remonta a la FA Cup de 2005.
Derrota. Los de Wenger no dieron la talla. |
El sino del encuentro pudo haber cambiado justo en los primeros cinco minutos pero el árbitro decidió perdonarle la vida a los de rojo. Un perfecto servicio al mediocampista Lee Bowyer le dejó sólo en un uno contra uno con Szczesny, que comete un penalty flagrante. Ni pena máxima ni expulsión, el trencilla señaló un fuera de juego inexistente dado que el lateral Clichy habilitaba la posición de Bowyer. Eso ocurrió en el minuto 2. No espabilaron mucho los de Wenger que pese a tener la posesión los próximos 15 minutos no amenazaron la portería bien defendida ayer por el descarte del Manchester United y candidatable a portero de los Pross Ben Foster. Las acometidas más peligrosas llegaron en las botas de Arshavin. Poco a poco el Arsenal fue perdiendo la posesión y era el Birmingham el que acechaba la meta del polaco Szczesny. Así llegó el gol de Nikola Zigic, que hábilmente se zafó de su marcador (Djourou) y se adelantó a Van Persie para cabecear dentro del área chica un balón prolongado de cabeza por un compañero desde la frontal del área. Mazazo para el Arsenal en el minuto 28. Por suerte para los de Wenger, cuentan con un superclase llamado Van Persie, quien en un remate acrobático logró marcar tras un servicio de Arshavin desde el flanco derecho del ataque. La jugada empezó con un duro disparo de Wilshere que se estrelló contra la madera. Un gol de esos que se llama psicológicos, y que hizo que el Arsenal acabara apretando al Birmingham durante los últimos 10 minutos del primer tiempo.
Las pérdidas de balón y las imprecisiones fueron la nota predominante entre los del Arsenal en esta final de la Carling Cup y claro, con este tipo de errores se acaban perdiendo partidos y campeonatos. Entre los más activos en este apartado negativo encontramos a Rosicky, Djourou y Song. La segunda parte se inició sin claras ocasiones de gol y así llegaron los cambios. Beausejour entró en el 51 para el Birmingham y el equipo lo notó. Larsson fue una auténtica pesadilla para los centrocampistas y defensas Gunners, como también lo fue Nikola Zigic por su habilidad en el juego aéreo. El Arsenal se hizo con la posesión del balón en este tramo del partido y acabó teniendo ciertas ocasiones que a la postre fueron desbaratadas de manera efectista y efectiva por Foster. Fahey, del Birmingham disparó el palo, en lo que fue un aviso para el Arsenal que estaba jugando con fuego. Wenger decidió dar entrada a dos atacantes para poner cerco a la portería rival. Así se incorporaron Chamakh y Bendtner, que nunca llegaron a tener gran protagonismo en la partida. Claro indicativo del juego ayer del Arsenal fue que las mejores oportunidades del equipo las tuviera Rosicky, que ni asistió ni marcó la diferencia, al marrar dos claras oportunidades (un disparo en el área a servicio de Bendtner y un taconazo imposible en el área chica sólo ante el portero). McLeish dio entrada al nigeriano Martins y esa decisión cambió el sino del encuentro. Cuando ambos conjuntos parecían solo pensar en la prórroga la defensa del Arsenal convirtió en gol lo que era un simple centro al área enviado por los atacantes del Birmingham. Koscielny y Szczesny protagonizaron el clásico tuya-mía que no es de ninguno y el balón franco para el despeje o la recepción del portero acaba en los pies del atacante (Martins) que sólo tiene que empujar el balón porque los dos del Arsenal acaban tirados por los suelos. No tiene precio ver en una repetición a cámara lenta la cara de Wilshere cuando ve que esa pelota fácil acaba alojada en las mallas del Arsenal. Todo esto ocurrió en el minuto 89 y claro, como que no dio tiempo a mucho más. Fue la segunda vez en tres partidos que al Arsenal le roban puntos-eliminatoria-títulos en el último minuto. La última vez fue el ´todopoderoso´ Leyton Orient de la League One inglesa.
Está claro, visto el partido de ayer, que el método Wenger, tal y como lo conocemos ahora, no funciona. El Arsenal tiene este año su mejor plantilla de los últimos cinco años y a pesar de todo no es capaz de alzar un título. Ni siquiera la Carling Cup, una competición menor, en la que no se ha enfrentado contra rivales de entidad y en la que se ha visto en una final soñada ante un aguerrido equipo Premier de media tabla. La defensa es y ha sido el auténtico talón de Aquiles del conjunto de Wenger en estos últimos años. Fallos defensivos o del portero le han costado competiciones y eliminatorias a los de Wenger. Este no ha variado un ápice su forma de entender el fútbol y los resultados siguen sin llegar, ahora de forma más dolorosa puesto que se consigue lo más difícil, que es llegar a la final, y se marra cuando llega el momento de la verdad. Este equipo tiene muy buenos mimbres para ser campeón, pero necesita un portero de garantías de forma inmediata y centrales de liderazgo intachable que no se permitan el lujo de fallar cuando el momento es el más decisivo. Hoy en día ya son pocos los equipos y entrenadores que no subestiman a los Gunners. Primero empezó siendo una cantinela de un provocador como Mourinho, que tirando a dar a Wenger acababa cargando contra todo el Arsenal y luego fue también Sir Alex Ferguson. No son pocos los que se ceban con este equipo que juega bonito, que tiene una filosofía muy próxima a la versión romántica del fútbol, pero que hoy en día no deja de ser una fábrica de decepciones para una hinchada cada día más desencantada. El FC Barcelona puede poner la puntilla a la temporada de los Gunners en menos de diez días.